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Foto del escritorMIGUEL PEDRO MAZON BALAGUER

La utilidad de los Colegios Profesionales

Siempre me he preguntado sobre la utilidad de los Colegios Profesionales y el motivo de que sea obligatoria la colegiación en determinadas actividades. Los defensores de los Colegios dirán que suponen un control de la profesión y ofrecen una garantía a los usuarios. ¿Pero, en realidad, hoy día, resultan de utilidad?

Desde el año 1988 pertenezco, por imperativo legal, al Colegio de Abogados de Orihuela, si bien, en épocas anteriores, también estuve inscrito en el de Elche y Alicante. Pague mis cuotas por la inscripción y, semestralmente, las cuotas de colegiación; incluso, las derramas por la construcción de la actual sede del Colegio oriolano. Pero, ¿que he recibido a cambio de esta colegiación obligatoria?. La verdad que, a mi entender, poco. Desgraciadamente, los Colegios de Abogados que conozco están instrumentalizados, casi en exclusiva, para dar servicio al denominado turno de oficio y asistencia jurídica al detenido, con lo que si uno está inscrito en dicho turno, indudablemente, puede serle de gran utilidad. Pero, si bien el que escribe, en sus cuatro primeros años de colegiación, estuvo inscrito en dicho servicio, desde el año 1992 no lo está.

¿Qué he recibido en estos 23 años del Colegio?, ¿Ha compensado las cuotas satisfechas, con los servicios recibidos?. Desde mi punto de visto, indudablemente, no; creo que, desde mi baja en el turno de oficio, habré utilizado los servicios del Colegio en poco más de tres ocasiones.

La Ley 25/2009, de 22 de diciembre, de modificación de diversas leyes para su adaptación a la Ley sobre el libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio supuso el primer paso para la liberalización de los servicios profesionales pero en el desarrollo de la misma deja obligatoria la colegiación a los abogados y procuradores y uno no puede más que preguntarse el motivo. Los Colegios, como cualquier otro ente, deberían ser capaces de demostrar la excelencia del producto o del servicio que prestan, no solo a la sociedad, sino a los ejercientes del correspondiente ramo profesional, para poder decidir si compensa lo que ofrecen con la cuota de la asociación. Y este ha sido el miedo, muchos Colegios no pueden mostrar las bondades de la colegiación y, actuando como un lobby, han presionado al Gobierno para mantener la obligatoriedad.

Mal vamos si para vender sus bondades me obligan a pertenecer obligatoriamente a un Colegio. De las 80 profesiones que tenían colegiación obligatoria sólo quedan 38; desde mi punto de vista, todavía sobran 38.

Si se permitiera la colegiación voluntaria, tendrían que adaptarse a los nuevos tiempos, prestar, a la sociedad en su conjunto, y a los profesionales del sector, servicios y utilidades que haga que compense, sobradamente, la colegiación; mientras, seguirán siendo, en mayor o menos medida, entidades asociativas carentes de utilidad, remoras del pasado.

¿Cuáles han sido tradicionalmente las profesiones más corporativas?; si, aquellas en las que el común de los mortales ha dicho que no hay un profesional que diga que otro colega se ha equivocado, que ha cometido un error profesional; la respuesta es sencilla, médicos, arquitectos, abogados, ingenieros, etc. Pues, esas son, precisamente, las profesiones en que sigue siendo obligatoria la colegiación.

¿Desde cuándo este corporativismo profesional ha beneficiado al usuario del servicio?.

La respuesta es, nunca; por eso la colegiación debería ser voluntaria en cualquier actividad profesional.


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